Tema 1. La poesía a principios de siglo. Modernismo y Generación del 98. Rubén Darío y Antonio Machado.

Introducción. En Europa, las teorías de grandes pensadores como Nietzsche, Freud o Schopenhauer marcarán la nueva forma de hacer poesía. En España, el siglo XX comienza con la derrota militar de 1898 a manos de los EEUU, que supone la pérdida de las últimas colonias; la tensión de fondo se traduce en contrastes formas de gobierno que desembocarán en la Guerra Civil (1936-39).

Modernismo y Generación del 98

Tradicionalmente se ha hecho una distinción entre escritores modernistas por un lado (esteticistas, cosmopolitas y defensores de lo extranjero), y noventayochistas o de la Generación del 98 por otro lado (opuestos a lo artificial, críticos y preocupados por la recuperación del castellano). Asimismo, se ha situado a los poetas en el primer grupo y a los novelistas en el segundo; pero la mayoría de los estudiosos reconocen que no existe tal separación, por lo que se suele hablar de escritores de FIN DE SIGLO. De hecho, la denominación de Generación del 98 fue difundida por el novelista Azorín, pero Pío Baroja, por ejemplo, llegó a negar la existencia de este grupo. Fuera como fuese, estas etiquetas han tenido éxito en los manuales de literatura y los libros de texto. Hablaremos, por tanto, de estas dos corrientes. 

El Modernismo es una corriente literaria que se inicia en Hispanoamérica a finales del siglo XIX como reacción al realismo decimonónico y se prolonga hasta 1914, con el estallido de la IGM. Entre sus influencias destacan el impresionismo, el parnasianismo de Gautier (el arte por el arte, la búsqueda de la perfección formal), el simbolismo de Baudelaire (arte de la sugerencia, subjetivismo), la filosofía de Nietzsche (superhombre) y los autores románticos del siglo XIX, como Bécquer y Rosalía de Castro, ya que los modernistas también escapan de la realidad. 

Entre los temas que aparecen en los poemas modernistas podemos destacar el alejamiento de lo cotidiano y las ambientaciones exóticas y palaciegas; la exaltación de la figura del poeta como creador (el poeta es el héroe que representa el baluarte de la espiritualidad, el caballero de lo ideal); el hermetismo, ya que algunos poemas necesitan ciertas claves de interpretación a las que solo tienen acceso los iniciados en ciertos saberes ocultos; y el erotismo como placer cuasi-divino.

El léxico es inusual, colorista, sensorial y sonoro. Utiliza múltiples recursos que apelan fundamentalmente a los sentidos. Por otro lado, la métrica hará especial hincapié en el ritmo y para ello recuperará versos olvidados como el alejandrino, el dodecasílabo o estrofas tradicionales como el soneto o el romance.

Etapas y autores. Se considera al cubano José Martí, autor de Ismaelillo, como el poeta precursor del Modernismo, aunque el autor más significativo es Rubén Darío, del que luego hablaremos.

Por lo que se refiere a la evolución del movimiento, podemos destacar una primera etapa más militante, de influencia parnasiana, (Alma de Manuel Machado), que finaliza con la última publicación de la revista Helios. La segunda etapa, de influencia simbolista, está representada por Soledades, de Antonio Machado o Arias Tristes, de Juan Ramón Jiménez. Estos tres autores suponen el máximo exponente de la poesía modernista.

Juan Ramón Jiménez fue premio Nobel de Literatura en 1956 y marido de Zenobia Camprubí, mujer que le ayudó a lanzar su carrera poética. Modernista en sus inicios, trascendió a la Generación del 27 y a los Novecentistas. Es uno de los poetas más prolíficos de la literatura del siglo XX que imprimió su característica “j” en todos los escritos. Autor del célebre Platero y yo, “padre” poético de muchos autores, su trayectoria poética evolucionó incansablemente hacia la poesía pura.

Manuel Machado fue hermano de Antonio. Con el que hizo varias comedias en verso. Sin embargo, sus vidas tomaron derroteros diferentes tras el estallido de la guerra civil: Manuel tuvo el reconocimiento del régimen tras su poesía Al sable del Caudillo y Antonio se adhirió a la causa republicana. Manuel combina el andalucismo con la visión cosmopolita de la vida; su poesía es muy singular, ya que abarca desde la tradición de los toros o el cante jondo hasta sonetos espirituales más profundos como El mal poema.   

Al final hablaremos de Antonio Machado.

Con el estallido de la IGM en 1914 y la publicación del Manifiesto futurista de Marinetti, aparecerán nuevos movimientos en la vanguardia poética y  artística, conocido como ismos: Cubismo, Futurismo, Expresionismo, Dadaísmo, Surrealismo, Creacionismo, Ultraísmo… movimientos que influirán decisivamente en la Generación del 27, objeto del tema 4.

La Generación del 98 reúne a una serie de escritores comprometidos con la crisis finisecular de España, causada por la pérdida de las colonias. Mantienen una actitud crítica ante la realidad, influidos, en primer lugar, por las ideas krausistas de Giner de los Ríos y la Institución de Libre Enseñanza (ILE) y, en segundo lugar, por el regeneracionismo de Joaquín Costa. Se considera a Ángel Ganivet el precursor de esta generación por sus comentarios sobre la decadencia española.

Estos autores son fundamentalmente novelistas, como Pío Baroja  (El árbol de la ciencia), pero cultivan otros géneros como el teatro (Valle-Inclán y Luces de Bohemia. Valle-Inclán, máximo exponente de la prosa modernista con Las sonatas, Antonio Machado y el bilbaíno Miguel de Unamuno fueron los autores principales de poesía de la Generación del 98. Este último, más espiritual, escribe poemas como El Cristo de Velázquez (título en honor al cuadro que podemos ver en la habitación de su Casa-Museo en Salamanca) o el último que escribe, tres días antes de morir: Morir soñando.

RUBÉN DARÍO

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Nace en Nicaragua en 1867, aunque su vida transcurrió en diferentes países como Francia o España, donde conoció a su gran amor: Francisca. La nieta de ella, la periodista Rosa Villacastín, junto con Manuel Francisco Reina, ha publicado un libro sobre esa relación: La princesa Paca.

Grandes poetas lo llegan a reconocer como maestro. En cambio, Unamuno decía burlonamente que se le veían las plumas de indio por debajo del sombrero; sin embargo, el padre del Modernismo homenajeó en varias ocasiones la poesía del bilbaíno.

Darío teorizó poco sobre la nueva estética que mostraba en sus poemas y en sus cuentos; habló de una literatura ácrata, que resumió en la fórmula “mi literatura es mía en mí”, aunque en toda la poesía modernista pueden encontrarse temas, léxico y métrica comunes, como ya hemos visto.

Publicó un primer libro titulado Abrojos, aunque sería el segundo título, en el 1888, el que le lanzaría a la fama: Azul… Se trata de una serie de poemas y textos en prosa que, a pesar de no haber obtenido un éxito inmediato, fue bien acogida por el crítico literario español Valera, quien le reconoció como “un prosista y poeta de talento”. Razón tenía, porque su obra supone una renovación de la poesía, tanto por el uso de un lenguaje nuevo (uso de símbolos, sinestesia, sonoridad, fuerza rítmica), como por la búsqueda de temas nuevos (sensuales y exóticos).

            Fue famoso en el mundo literario y se dedicó al periodismo en el diario La Nación, por ello vivió en Argentina, donde publicó Prosas profanas, libro que supuso la consagración definitiva del Modernismo literario en español, tal y como él dijo.

            En 1898 viaja a España y es recibido con entusiasmo por los entonces jóvenes escritores Juan Ramón Jiménez, Valle-Inclán o Unamuno. A principios del XX publica Cantos de vida y esperanza, editado por JRJ y donde expresa la necesidad de salir de “su torre de marfil”; en esta obra trata asuntos políticos y reflexiona sobre la existencia. Más tarde publicará otros textos en los que reivindica sus raíces culturales, como Canto a la Argentinay cuentos como El rey burgués.

            Con su inestabilidad emocional y su adicción al alcoholismo, comienzan los problemas de salud (alucinaciones, pesadillas y obsesión con la muerte), y con la llegada de las vanguardias, los ecos del Modernismo empiezan a apagarse, aunque esa poesía tan sugerente seguirá resonando en los versos de Gabriela Mistral, la chilena que ganó el primer Nobel suramericano de Literatura. Darío muere en su país natal en 1916.

ANTONIO MACHADO

Hombre culto y oculto, de tardía revelación literaria y personal, se consideró como un poeta obsoleto, que escribió a caballo entre dos tendencias y dos tiempos. Comprometido con la II República, su única opción será el exilio y morirá en Coilloure en 1939, donde se sigue visitando su tumba.  

Nace en Sevilla en 1875 y se le ha asociado a la Generación del 98, especialmente a partir de la publicación de Campos de Castilla. Su familia es culta y liberal, lo que le permite estudiar en la ILE, pero no termina el bachillerato hasta los 25 años y no empieza a trabajar hasta pasados los 30.

            Los viajes protagonizan su vida: Madrid, donde irá a estudiar en la ILE; París, donde ejercerá como diplomático y se pondrá en contacto con los escritores franceses; Soria, donde irá a trabajar tras obtener la cátedra de Francés y conocerá a su gran amor Leonor Izquierdo (que tenía entonces 13 años y a la que dedicará gran parte de su poesía); Baeza, donde se marchará tras la muerte de Leonor dos años después de su boda y donde coincidirá con un joven Lorca; y Coillure, donde morirá.

            De estilo sobrio, los temas machadianos son el paisaje castellano, el futuro de España, el tiempo, la melancolía y, sobre todo, al final de su vida los recuerdos, los sueños, la muerte y la búsqueda de Dios.

            En su trayectoria poética, se suelen distinguir tres etapas: la primera de influjo modernista, con Soledades, que se refundirá en Soledades, Galerías y otros poemas, de corte más intimista. La segunda comprende de 1907 a 1912, año en el que publica Campos de Castilla. Esta etapa está protagonizada por poemas que reivindican la árida belleza del paisaje castellano y de sus gentes y su preocupación por España. El yo del poeta ahora pasa a un segundo plano: describe lo que ve, reflexiona sobre el pasado de su tierra y su injusto presente. En la tercera etapa domina la preocupación filosófica y folclórica, con el protagonismo de Nuevas Canciones y del centenar de Nuevos Proverbios y Cantares y su amor por Pilar de Valderrama, mujer casada que aparece en sus poemas con el pseudónimo de Guiomar.

El autor de “caminante no hay camino, se hace camino al andar” dejó de escribir cuando dejó de caminar, enfermo y en el exilio, poco antes de su muerte alejado de su España. Sus últimos versos fueron: “estos días azules y este sol de mi infancia”, título que da nombre a un documental sobre su vida, recientemente estrenado.